lunes, 30 de septiembre de 2013

Fuera los fascistas de nuestras calles, Sevilla antifascista.




El 28 de septiembre de 2013 fui por primera vez a una concentración antifascista en Plaza Nueva, con mis compas de En Lucha Sevilla y el resto de UCFRS, donde también se encontraban compas de Izquierda Anticapitalista Sevilla, autónomxs y ciudadanxs de a pie, lo que me gustó mucho, pues demostramos la unidad frente a la carroña fascista.

La verdad es que iba sugestionado y asustado por todas las historias que mi familia me había contado sobre las acciones de los grupos fascistas en la guerra civil, pero en seguida me di cuenta de que estaba haciendo bien estando allí, primero por honrar a mis familiares víctimas de estxs miserables y segundo porque el mero hecho de hacerles frentes, ya supone una victoria para lxs que nos consideramos antifascista.

Cuando llegamos a la Plaza Nueva, nos situamos frente a los falangistas, en el lado del Hotel Inglaterra y me impresionó en seguida las pintas de los más mayores, sobre todo de uno de ellos, vestido con una camisa negra y pantalón claro, con gafas de sol que no dejaba de hacer el saludo fascista y que les decía a los más jóvenes que hicieran lo mismo, además era la primera vez que veía hacer el saludo fascista en serio, lo que me descolocó bastante, pero en seguida, todxs lxs que estábamos allí conseguimos que no se les escuchara en absoluto. Ellos respondieron haciendo más seguido el saludo fascista y ondeando la bandera falangista.

Otra cosa que me hizo pensar y que aun lo está haciendo fue ver a niños y niñas entre el grupo fascista, portando banderas falangistas y banderas monárquicas... esxs niñxs crecerán en un ambiente racista, homófogo y asqueroso, crecerán viviendo en el odio al diferente y defendiendo ideas asesinas y lo único que les puede salvar es nuestra lucha contra sus padres.

La concentración terminó a las doce y algo con un ambiente muy bueno entre lxs que estábamos en el lado antifascista, pues habíamos conseguido ser más que ellos y conseguimos que con nuestros gritos, no se escucharan sus berridos. Además, entablé amistad con varias personas y me enriquecí con sus conversaciones, tanto fue así, que se me quitó el miedo y se me encendieron las ganas de hacer más actos, más concentraciones antifascistas para callarlos y echarlos de las calles, pues como se dijo en uno de nuestros cánticos, los nazis no tienen derecho a expresarse.

Fuera nazis de nuestras calles.


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