viernes, 27 de marzo de 2015

Mi crónica sobre las marchas de la Dignidad.



Me ha tocado este año escribir la crónica de las marchas por la dignidad al haber participado en la columna andaluza desde su arranque en Pinto, a su final en Madrid, andando y compartiendo vivencias con mis compañeros y compañeras de camino, que pertenecían a todas las organizaciones políticas y sindicales andaluzas que comparten un objetivo común, terminar con este gobierno opresor.
 
A mí personalmente, me gusta la idea de Las Marchas por la Dignidad, me entusiasma la idea de unir en una marcha común a todas las organizaciones tanto políticas, sindicales, como a los movimientos sociales de todo el Estado español, en una acción reivindicativa que haga ver que las acciones en la calle contra el sistema son las que de verdad unen a la gente en la lucha para que otro mundo sea posible.
 
El primer día de marcha fue de Pinto a Parla, un día de fiesta e ilusión para mí, pues era la primera vez que participaba en una manifestación tan prolongada en el tiempo, todo fue muy bien, pues almorzamos en Pinto y disfrutamos del buen trabajo de los voluntarios y voluntarias del pueblo, que en su mayoría eran activistas de los MMSS; pero todo se calentó cuando llegamos a Parla, donde la alcaldesa subió al escenario preparado para darnos la bienvenida al mismo que los militantes de Podemos Parla le dedicaban una pitada muy sonora por no atender a los trabajadores y trabajadoras de la limpieza, que estaban en huelga desde hacía algunos días. Este hecho hizo que naciera la polémica sobre si las marchas debían dar voz a un cargo público mientras tuviera pendiente una lucha laboral; yo en concreto creo que fue una mala idea que los organizadores dejaran hablar a la alcaldesa, porque si defendemos los derechos de los trabajadores, los que tendrían que haber subido al escenario eran los trabajadores en huelga. Más tarde, llegando ya al polideportivo de Parla, seis neonazis intentaron destrozar la columna, la cual consiguió organizarse y continuar la marcha, demostrando que la columna andaluza estaba organizada a pesar de tener tantos grupos políticos y sindicales. Luego, hablando con los vecinos de Parla, supimos que el movimiento neonazi está intentando crear un núcleo, pero que está siendo contrarrestado por la unidad vecinal.
 
El resto de los días fueron tranquilos y fortalecieron la unidad de la columna, en un hermanamiento cada vez más grande. En todas las poblaciones de donde salíamos o a donde llegábamos, la gente nos esperaba con aplausos y los voluntarios y voluntarias de cada población nos atendían estupendamente. Pero lo que más me gustó fue que los emigrantes andaluces se acercaban y te daban las gracias por participar y dar dignidad a Andalucía.
 
En Getafe, a donde habían llegado otros muchos andaluces y andaluzas en autobús, se conformó el bloque de Andalucía desde abajo, donde me integré, junto con muchos más compañeros de Podemos, a los que nos une el entender que Podemos necesita un programa rupturista para tener una propuesta realmente transformadora, y que las instituciones por sí solas no son suficientes, por lo que la lucha en las calles y centros de trabajo es imprescindible. Después de recorrer algunos de los lugares más emblemáticos de Madrid con consignas contra el pago de la deuda, los recortes, por una reforma agraria en Andalucía, y muchas más, la columna andaluza se unió a las demás en Plaza de Colón reclamando pan, trabajo, techo y dignidad.
 
Otro año más, las Machas de la Dignidad volvieron a dar voz a quienes peor lo están pasando por esta crisis y, tal y como se acordó, volveremos el año que viene..
 
La crónica y más artículos sobre este tema y más, está en http//enlucha.org./
 
Juan Antonio Gilabert, activista del Círculo de Podemos Camas y miembro de En Lucha

martes, 24 de marzo de 2015

15 DIPUTADOS PARA PODEMOS EN ANDALUCÍA.


Felicidades a todxs lxs compañerxs de Andalucía, hemos conseguido el primer zarpazo al bipartidismo, hemos sacado 15 diputados que han salido de las calles y de las luchas, consiguiendo el desplome del PP y la pérdida de votos y apoyos del PSOE, sigamos, esta lucha es larga pero la vamos a ganar y la ganaremos si seguimos pegados a las calles y a las luchas de la gente de abajo.

Ahora los 15 diputados tienen que ser la voz de la lucha en las calles andaluzas, la voz de los desahucios y la voz de lxs jornalerxs que sufren el latifundismo en esta tierra. Podemos no puede pactar acuerdos de gobiernos con un partido socialista que se ha olvidado de que sus votantes son de izquierdas y solo mira los intereses de los ricos y las grandes corporaciones...

¿Y donde está nuestro líder? ¿Dónde está ese hombre que habló el último en el velódromo quitándole el primer puesto a la candidata por Andalucía? me parece muy chusco que ante los buenos resultados en Andalucía, Pablo Iglesias se dedique a sacar asuntos rosas por el Facebook y que solo salga nuestra compañera Bescansa, la que dijo que Podemos solo está para ganar elecciones.

Estas cosas no me gustan, si creas un documento donde te inventas el secretariado general todo poderoso y ahora no sales para apoyar a tus compañerxs andaluces que se han currado una buena campaña electoral minada por actuaciones deficientes desde Madrid (Alegre dijo que en Andalucía no podíamos ganar y antes Pascual se inventó la locura de circunscripción única para Andalucía, lo que generó la locura de las primarias y lo que luego generó), estás demostrando que no te importa nada excepto sentarte en el sillón de la presidencia de Madrid.


lunes, 23 de marzo de 2015

Andalucía, tierra de luchadorxs.


La foto que ilustra este texto, pertenece a la Marcha Indignada del 2015, en la que he participado con la columna andaluza desde Pinto a Madrid, para reivindicar Pan, trabajo, techo y dignidad; en concreto es la imagen de la entrada al casco antiguo de la capital Madrileña.


A mí no me duele Andalucía:
Lo siento, no voy a escribir un estado lamentándome de cuánto me duele Andalucía. No diré que los resultados electorales son una prueba más de la sumisión y el analfabetismo de nuestra tierra. No lo diré porque no lo creo y estoy harta de leerlo.
Andalucía no es una tierra ni sumisa ni ignorante, lo he repetido muchas veces. Andalucía es una tierra de luchadores y luchadoras, la tierra de las expropiaciones agrarias y las corralas ocupadas, la tierra de la solidaridad, donde todavía se comparte la tapa, se presta la ropa, se invita a cerveza y se regala la calidez de una sonrisa incluso a los desconocidos.
Andalucía es la tierra de Blas Infante, pero también de Emilio Herrera Linares, inventor de la "escafandra estratonáutica" -considerada el primer traje espacial-, o de los científicos universitarios que en 2012 patentaron otros 230 inventos. Es la tierra de Luis de Góngora, de Béquer, de los hermanos Machado y los hermanos Quintero, de Juan Ramón Jiménez -premio Nobel de Literatura-, de Federico García Lorca, de Luis Cernuda, de Rafael Alberti, de otro Nobel, Vicente Aleixandre; de Séneca, Averroes y María Zambrano. Es la tierra de Martínez Montañés y Pedro de Mena, de Zurbarán, Velázquez, Murillo y Picasso; de Manuel de Falla y Joaquín Turina, y también de Benito Zambrano.
Andalucía es el pueblo que, teniendo poco, acoge a aquellos que tienen menos todavía, como demuestra pese a las crisis cada verano, cuando renueva su compromiso con los niños y niñas saharauis; compromiso que nuestro Gobierno central, se vista del color que se vista, olvidó hace tanto.
La victoria del PSOE en las urnas no es reflejo de un pueblo estúpido, como muchos parecen reivindicar, sino el efecto de habernos creído esa patraña durante demasiado tiempo. No es el resultado de nuestra ignorancia, sino consecuencia de una juventud que asiente y consiente la estigmatización de nuestra gente, reforzando estereotipos heredados del franquismo. Y Franco sabía que a Andalucía había que invalidarla pronto, porque es una tierra guerrera.
Por eso, a mí lo que me duele no es Andalucía, lo que me duele son nuestros jóvenes, aquellos que se resisten a reinterpretar la Historia y que han renunciado a cambiarla, adoptando un papel pasivo, consumiendo el discurso hegemónico que pesa sobre nuestra tierra en lugar de rebatirlo; jóvenes que se burlan de nuestras tradiciones, que corrigen su acento y desprecian a su pueblo. Esa juventud que echa el voto –si lo echa- con cierta superioridad moral, pensando que ya ha cumplido sólo por introducir en la urna lo que consideran una elección razonable.
También hablo de esa juventud que se llena la boca en el bar, que escupe veneno en las redes sociales, pero no levanta sus cultivadas posaderas de la comodidad de su asiento, examinando la realidad “con ojo crítico” a través de sus gafas de pasta, en lugar de ensuciarse las manos y hundir sus pies en el fango. Por muchos títulos que acumuléis, lamento informaros de que estáis equivocados: la culpa no es del PER ni de la gente del campo, esa gente cuyo trabajo ha dado de comer durante décadas a esta tierra por una miseria, tratando de no perder su dignidad en el camino.
No, la victoria del PSOE en las urnas tiene más que ver con esas generaciones que disienten de sus orígenes, apolíticos que reniegan de su papel en toda esta historia, nuestra Historia, y que no quieren entender que el futuro, para que sea futuro, va mucho más allá de escoger una carrera y elaborar un plan de huida hacia delante –a menudo en otras autonomías o en algún país extranjero-, alimentando nuestra tradición migrante. Tenemos un compromiso con nuestra tierra, la tierra que hemos heredado y de la que somos responsables. Huir no va a cambiar las cosas, y encontraréis que, allá a donde os dirijáis, sufren siempre los mismos.
Ya basta de doctos análisis en un muro de Facebook, o de aceradas críticas cubata en mano. El pueblo andaluz es un pueblo que lucha, y si queremos ejercer el derecho a pataleta es ése el espacio para hacerlo.
Por eso no me duele Andalucía, sino esa juventud de la que hablaba Salvador Allende y que no ve, o no quiere ver, que si el PSOE no ha arañado más escaños es gracias a una parte de su propia generación; la parte de ella que ha dicho basta y ha salido a la calle, a reunirse en parques y plazas para reivindicar una Andalucía libre de clientelismo y corrupción, una Andalucía que haga justicia a un pueblo y su memoria, garantizándole un futuro digno aquí y ahora.
Porque ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica que habría que hacerse tratar, la respuesta al porqué de estos resultados electorales no hay que buscarla en el campo, sino más bien en el espejo. De nuestra generación depende demasiado, no miremos a otro lado y pongámonos a trabajar por ese cambio del que todos hablan pero pocos pelean. Que nos salgan cayos en la garganta de unir nuestra voz a los que luchan, como le salen cayos en las manos a nuestros jornaleros y jornaleras, esos que tanto critican algunos.
¡Viva Andalucía Libre!

Texto escrito por Angela Solano, compañera de En Lucha Sevilla.