domingo, 24 de marzo de 2013

Paul el piloto.





Todas las televisiones de la humanidad estaban sintonizando la señal que emitía la nave de comunicaciones de la Segunda Flota y junto a las pantallas, toda una comunidad que esperaba ese día como agua de mayo, el día en que se iban a reunir los representantes de las seis flotas para hablar de paz, la paz tan deseada durante más cien años, durante los cuales, había reinado la masacre y la destrucción entre los humanos, gracias a una guerra civil desgarradora.

Paul Soria y sus amigos se encontraban en la nave crucero 1002-E, alrededor de una mesa, en uno de los bares viendo el acontecimiento en la tele, bebiendo cervezas y suspirando para que los que se iban a reunir, llegarán al fin a un acuerdo; él al igual que los demás había nacido en el 3500 d.c.; así que no habían vivido toda la guerra, pero sí participaron en las últimas batallas entre las seis flotas. Formaban parte del Batallón Sevilla, uno de los mejores, tanto que cuando entraban en acción, cambiaban el curso de las batallas.

Tras beber un buche de su botellín de cerveza y mirando a la pantalla de televisión, Paul Soria recordó todas y cada una de las misiones en las que había participado con su caza T-23, el caza del Batallón Sevilla; tenía sólo veinte años y ya era capitán... pero en vez de sentirse orgulloso, compartía el mismo ánimo de tristeza que el resto de la humanidad; que enfrascada en una guerra civil terrible, suspiraba por la llegada de la paz.
-¡Ya llegó!- gritó uno de los camareros señalando el aparato televisivo, cuando salió la imagen de una nave de gran porte.

Paul alzó la mirada a la gran pantalla que estaba frente a él, iluminando todo el garito, en el que se encontraban unas quinientas personas y recorrió su ser una sensación de pequeñez cual mosquito en un pantano,  al pensar en el número de personas que estaban haciendo lo mismo que él, sólo en la flota donde se encontraba.

Las cámaras con las que se retransmitía la llegada de los emisarios, estaban colocadas en varias naves cargueras cercanas a la nave nodriza, donde se iba a celebrar la tan esperada reunión; con lo que los televidentes disfrutaron de cientos de planos de la nave que servía como sede de las negociaciones, como de las que traían a los emisarios de las seis flotas humanas… además, esta capacidad técnica, demostraba la maestría de la Segunda Flota para organizar eventos.
La Segunda Flota no había sido elegida al azar para ser el punto de encuentro del proceso de paz por las buenas, sino que lo había sido por ser la más poderosa de las seis flotas humanas; lo fue desde el principio y lo seguía siendo ahora, terminada la guerra civil humana.

El joven piloto pudo cortar la emoción que se apoderó del local cuando la nave del general Raul Diaz perteneciente a la Flota Roja, hizo una maniobra para colocarse en posición de entrada al hangar de la nave nodriza; los más veteranos habían esperado años para verlo y los novatos sentían pena e inquietud y a la vez una alegría a medias, porque estaba a punto de terminar todo para lo que habían sido entrenados; pues era la última de las naves en llegar. Ya estaban todos los interesados reunidos, ahora solo tocaba hablar y sellar la paz.

Una vez que la nave del general, de donde Paul Soria y el resto de gente del crucero 1002-E eran nativos, entró en la nave nodriza del Conde Sevet, se cortó la señal oficial, comenzando una película de acción, con lo que poco a poco, los espectadores se fueron desentendiendo de la tele.

Paul pidió otros seis botellines y partió hacia una mesa al fondo del bar, junto a la gran ventana por la que se podía ver el universo y parte de la Flota Roja.
-¡Haber si no tenemos que volver a matar hermanos, de una maldita vez!- exclamó este para cerrar el brindis que había

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